sábado, 14 de septiembre de 2013

Tanto como mil vidas

Escribir es sangrar. Desagarrarse por dentro. Una aproximación de ti, quizás la más cercana, la mejor calcada.

No entiendo la valentía de muchos por hacerlo pero entiendo la necesidad de otros por necesitarla.

Desde las trincheras lo llaman arte. Para mi lo es.

Memorables aquellos que se atreven a esculpirla yo solo me atrevo a acariciarla. Y la necesito tanto como mil vidas, las que no tengo para alcanzarla.

Unísono

El momento vive por si solo y a veces me sube a sus espaldas y me lleva, y me lleva lejos, pero es solo una aproximación de la vida, algo que se asoma pero no mira. Mi respiración vive por si sola y no se pronuncia, es inmutable, pero en ocasiones me reconoce, reconoce la piel, el sudor y el calor y sube por mi garganta como fuego enfurecido. Mi corazón siente y vive por mi porque sabe que esta será mi más frágil y única vida. En cambio mi piel juega al unísono con todo lo existente todo lo que me rodea palpable o no, se arriesga y juega acompasada con mi cabeza y se eriza, se estremece y se resiente. Mis pies me llevan y me ubican. Todo se motoriza y experimenta, sensaciones existentes o no me llegan y me inundan.Y sobre todo esto, se encuentra mi cabeza que frenética me produce locura, soledad y hastío pero más allá de eso me produce las palabras que ahora escribo las que digo y lo más importante lo que ahora siento y mañana quizás dejaré de sentir.